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¿Cómo gestionar la ira?

La leyenda de los dos lobos

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Un día un anciano Cherokee pensó que había llegado el momento de transmitirle una gran enseñanza de vida a su nieto. Le pidió que le acompañara al bosque y, sentados debajo de un gran árbol, comenzó a contarle la lucha que tiene lugar en el corazón de cada persona:
Querido nieto, debes saber que en la mente y en el corazón de cada ser humano existe una lucha perenne. Si no eres consciente de ello, tarde o temprano te asustarás y quedarás a merced de las circunstancias. Esta batalla existe incluso en el corazón de una persona anciana y sabia como yo.
 
En mi corazón habitan dos lobos enormes, uno blanco y el otro negro. El lobo blanco es bueno, gentil y amoroso, le gusta la armonía y combate solo cuando debe protegerse o cuidar a los suyos. El lobo negro, al contrario, es violento e iracundo. El más mínimo contratiempo desata su ira por lo que pelea continuamente y sin razón. Su pensamiento está lleno de odio pero su rabia es inútil porque solo le causa problemas. Cada día, estos dos lobos luchan dentro de mi corazón.
El nieto le preguntó al abuelo: “Al final, ¿cuál de los dos lobos gana la batalla?
El anciano le respondió: “Ambos, porque si yo alimentase solo al lobo blanco, el lobo negro se escondería en la oscuridad y apenas me distrajera un poco, atacaría mortalmente al lobo bueno. Al contrario, si le presto atención e intento comprender su naturaleza, puedo utilizar su fuerza cuando la necesite. Así, ambos lobos pueden convivir con cierta armonía”.
El nieto estaba confundido: “¿Cómo es posible que venzan ambos?
El anciano Cherokee sonrió y le explicó: “El lobo negro tiene algunas cualidades que podemos necesitar en ciertas situaciones, es temerario y determinado, también es astuto y sus sentidos están muy aguzados. Sus ojos acostumbrados a las tinieblas pueden alertarnos del peligro y salvarnos.
 
Si le doy de comer a ambos, no tendrán que luchar encarnizadamente entre sí para conquistar mi mente y así yo podré elegir a qué lobo recurrir en cada ocasión”.

Iniciada la nueva edición del Taller de Técnicas de Relajación!

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Ayer iniciamos la primera sesión del Taller de Técnicas de Relajación!

Este es un taller que ayuda a los participantes aprender técnicas de relajación para conseguir vivir más en el presente, ya que, tal como explica Eckhart Tolle en La Contra: “vivimos atrapados entre el pasado y el futuro”, con las consecuencias que ello provoca.

Mediante la relajación, se consigue disminuir problemas relacionados con la tensión y el estrés tales como el insomnio, la hipertensión, dolores de cabeza, estomacales y de espalda, el asma, la irritabilidad emocional, el cansancio, la ira o la baja concentración, entre otros.

Com gestionar la tornada a la rutina?

Avui volem compartir amb tots vosaltres la recent col·laboració a la revista «Yo Dona» del diari El Mundo on Esther González presenta 5 senzills exercicis per relaxar ment i cos a la tornada a la rutina. Esperem que us agradi i pugui ser de la vostra utilitat!

Salutacions!

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SECUESTRADOS POR LA ANSIEDAD

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SECUESTRADO POR LA ANSIEDAD

Seguro que lo haré mal… Me tengo que relajar. Y encima este dolor de barriga. Uf, ya son las cuatro de la mañana. No dormiré nada y la reunión irá fatal. ¿Y si me tomo otra pastilla? No saldrá bien… No saldrá bien…”.

Pensamientos negativos, preocupación constante, problemas para dormir, dolor psíquico y físico… La tortura de la ansiedad.
Según el estudio epidemiológico sobre trastornos mentales ESEM-eD-España, el 9,3% de los españoles sufrirá algún trastorno de
ansiedad a lo largo de su existencia. Se trata del grupo de patologías mentales más frecuente tras la depresión.
La ansiedad es una emoción muy útil, hasta cierto punto. Ante una amenaza, alerta al individuo para la lucha o la huida. El problema
es si la alarma se activa sin ningún peligro en el horizonte o resulta excesiva. “Hay muchas personas que están casi siempre
ansiosas”, comenta Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Viven
atrapadas por el miedo. Entonces, la ansiedad ya no es una reacción útil, sino un penoso estilo de vida. Como explica Vicente
Caballo, profesor de Psicología de la Universidad de Granada, “la ansiedad se convierte en patológica cuando es exagerada con
relación al estímulo que la desencadena e interfiere negativamente en la vida de la persona”.
Los expertos aún no saben por qué un porcentaje tan elevado de personas viven angustiadas. ¿Tendrán la culpa algunos genes
traviesos?, ¿traumas de la infancia?, ¿esta sociedad tan acelerada, posmoderna e incierta? “Seguramente, interaccionan factores
biológicos, psicológicos y sociales”, apunta Francisco Ferre, jefe de servicio de psiquiatría del hospital Gregorio Marañón de
Madrid. Por un lado, algo de mala suerte en la lotería genética. “Hay bebés más irritables. Quizás tengan más vulnerabilidad
biológica a la ansiedad”, considera Vicente Caballo. Además, el maltrato físico o psicológico en la infancia aumenta el riesgo de ser
un adulto ansioso. Y los hijos de personas ansiosas tienen más probabilidades de serlo.
Un dato curioso: en Estados Unidos se da el doble de casos de ansiedad patológica que en España. ¿Andan los genes más
averiados o abundan las infancias desgraciadas en la tierra del Tío Sam? “La clave es que los trastornos de ansiedad están muy
relacionados con el tipo de sociedad en que vivimos”, afirma Antonio Cano. Qué le vamos a contar: la hipoteca, las prisas, un futuro
laboral cada vez más neblinoso… Las reglas del juego del capitalismo made in USA. Asimismo, explica Francisco Ferre, “la vida se
ha acelerado y afrontamos multitud de situaciones de microestrés: el autobús que no llega, la mala cara de un compañero del
trabajo… Todo eso nos impregna”.
Y, por si fuera poco, llegó la crisis. Como aseguran algunos estudios, con ella están aumentando los casos de ansiedad, depresión
y abuso de alcohol en España. Así lo indica, por ejemplo, una investigación publicada en el 2012 en el European Journal of Public
Health. Además, según la última encuesta sobre alcohol y drogas del Ministerio de Sanidad, los españoles abren el botiquín con
más facilidad que antes de la crisis para combatir su desazón y sus noches en vela. El consumo de hipnosedantes (tranquilizantes
y somníferos) ha pasado del 5,1% en el 2005 al 11,4% en el 2011.
A la vista del panorama actual, no es de extrañar que una de las patologías de la ansiedad más habituales sea el trastorno de
ansiedad generalizada. Quien lo sufre vive encadenado a una preocupación y angustia excesivas. Cualquier contratiempo, por
pequeño que sea, dispara su angustia. Aunque hay otros trastornos de ansiedad, como las fobias específicas (a los espacios
abiertos, a las cucarachas…), la fobia social, el trastorno obsesivo-compulsivo (las compulsiones son rituales con los que se intenta
calmar la ansiedad, como lavarse las manos decenas de veces al día por miedo a contaminarse) o el trastorno de angustia. Este
último quizás sea una de las manifestaciones más salvajes de la ansiedad, pues consiste en ataques de pánico que se repiten con
frecuencia. Durante un ataque, el corazón se desboca, cuesta respirar, la mente se paraliza… Una pesadilla que dura entre 10 y 20
Magazine | 06/09/2013 – 12:50h
Sábado, 7 de septiembre 2013
Magazine
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minutos y lleva a muchas personas a urgencias, convencidas de que están al borde la muerte. Aunque, simplemente, es un ataque
de ansiedad.
Pero la ansiedad no es algo tan simple. “Hasta no hace mucho, se consideraba un problema de amas de casa”, apunta Vicente
Caballo. Un estar de los nervios, un achaque psicológico menor, algo propio de personas incapaces de enfrentarse a la vida. Pero
puede ser agotadora, causar mucho dolor y restar calidad de vida. “No hay que banalizarla”, añade este psicólogo.
Por un lado, la ansiedad secuestra la mente. “Las personas ansiosas dan muchas vueltas a las cosas, son poco flexibles y
perfeccionistas y siempre esperan lo peor”, afirma Antonio Cano. “Y entre el 40% y el 60% de ellas tienen depresión”, señala
Francisco Ferre. En muchos casos, la depresión es una consecuencia de las limitaciones vitales que genera el trastorno de
ansiedad.
Porque la ansiedad secuestra a la voluntad y el comportamiento. “Uno evita lo que teme –explica Vicente Caballo–. Por eso, quienes
tienen miedo a los espacios abiertos no quieren salir de casa, o quienes sufren fobia social evitan relacionarse y tienen muchos
problemas para encontrar trabajo o pareja”. O comen compulsivamente o fuman treinta cigarrillos al día o se exceden con los
tranquilizantes o abusan del alcohol. Entre las personas que beben, la patología psicológica más frecuente es la ansiedad.
Un intento de regatear, a cualquier precio, la angustia y el malestar físico. Porque la ansiedad también secuestra al cuerpo. Se
anuncia una tanda de despidos masivos en la empresa o el niño se ha puesto a cuarenta de fiebre, y el cerebro ordena segregar
hormonas como la adrenalina o el cortisol y acelerar la frecuencia cardiaca o la respiración. Así reacciona el organismo ante la
ansiedad. Pero, tras la tormenta, llega la calma. El problema de las personas con un trastorno de ansiedad es que viven en un
tsunami casi continuo. En ellas, los mecanismos cerebrales de la ansiedad se activan con más intensidad y durante más tiempo, lo
que castiga al organismo y debilita el sistema inmunitario, encargado de protegernos de un buen número de enfermedades. Un
estudio del Instituto de Atención Psiquiátrica del hospital del Mar de Barcelona asegura que las personas ansiosas tienen un
riesgo seis veces mayor de padecer cefaleas o alergias, tres veces mayor de presentar problemas cardiacos y dos veces mayor de
sufrir hipertensión.
“Es frecuente somatizar –comenta Antonio Cano–. El 15% de las personas que van al médico de familia tiene ansiedad y
trastornos somáticos”. La angustia es excesiva, y el cuerpo protesta. Como señala Francisco Ferre, “hay problemas físicos que en
muchos casos están causados por la ansiedad, como el dolor de cabeza por tensión cervical, el dolor muscular, los mareos, la
gastritis, el síndrome del colon irritable, la caída del cabello o los problemas de la piel como la psoriasis o los eccemas”. Es un
círculo vicioso. Me duele la espalda, me pican los brazos y el cuello, me cuesta trabajar, no dejo de rascarme, estoy más nervioso,
los músculos se tensan, me duele más la espalda y me pican más los brazos y el cuello… No hay que olvidar que los problemas
físicos también causan ansiedad. Las personas con enfermedades físicas crónicas, como la diabetes o el dolor de espalda, tienen
entre tres y cuatro veces más riesgo de sufrir ansiedad o depresión. “Y hay patologías que no están causadas por la ansiedad pero
pueden verse agravadas por esta, como la hipertensión, el asma o las enfermedades cardiovasculares”, agrega Francisco Ferre.
Precisamente, los achaques físicos son la principal causa de que las personas ansiosas acudan a la consulta. “Muchas no saben
que tienen ansiedad –asegura Magda Miralles, médica y miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria–.
Vienen porque les duele la espalda, y se lo solucionas. Luego les duele el estómago, y se lo solucionas. Y luego tienen problemas
en la piel. Sospechas que pasa algo más, y ves que tienen mucha ansiedad”.
En el peor de los casos, arrastran su angustia y sus dolores durante años sin recibir tratamiento. “Entre el 20% y el 30% de las
personas con un trastorno de ansiedad no están tratadas –apunta Magda Miralles–. En parte, porque los médicos no nos damos
cuenta de que sufren ansiedad y porque hay personas que no saben abrirse emocionalmente. Pero el gran problema es que falta
información. Le dices a alguien que su malestar físico se debe a la ansiedad, y te dice que no puede ser. O no entiende que el
tratamiento farmacológico más adecuado son los antidepresivos, que calman la ansiedad. Hasta hace poco, se daban
tranquilizantes, pero estos pueden causar adicción y perpetúan la ansiedad. Así que el paciente te dice que no está deprimido y no
toma la medicación”.
Los médicos de atención primaria están en primera línea en el combate contra la ansiedad. Una de cada cuatro personas que va a
su médico de familia tiene un trastorno ansioso. “Sólo los casos más graves se derivan al psiquiatra, aunque también derivamos al
psicólogo a los pacientes que se pueden beneficiar de un tratamiento psicológico”, añade esta médica de familia.
Pero no hay psicólogos suficientes en la sanidad pública. En el 2013, sólo se han ofertado 128 plazas para ellos en toda España. A
pesar de que los médicos de familia apenas tienen cinco minutos para sus pacientes y de que la terapia psicológica, combinada
con las pastillas en momentos de crisis o en pacientes graves, es la más eficaz. Porque la ansiedad no tiene que ser una condena
de por vida. “La terapia psicológica ayuda a gestionar los pensamientos negativos y a relajarse. Suele durar entre 12 y 24 sesiones,
aunque depende del caso. Y los efectos beneficiosos se mantienen en el tiempo”, señala Antonio Cano.
La ansiedad forma parte de la vida, como la tristeza o el paso del tiempo. La cuestión es saber manejarla para no vivir secuestrados
por ella. “Se pueden adoptar hábitos para gestionarla –aconseja Antonio Cano–. Ejercicio físico regular, buena alimentación, evitar
las bebidas estimulantes y el alcohol y seguir unos horarios regulares para dormir. Y, sobre todo, hay que entrenarse a cambiar los
pensamientos negativos. La vida está llena de dificultades, pero casi todo se puede arreglar”. Aunque parece más fácil decirlo que
hacerlo. “Si uno se toma estos consejos como un hábito, si se entrena, es posible”.
Supermujeres…hasta que no pueden más
Los hombres cada vez tienen menos alergia a entrar en la cocina o cambiar pañales, pero las mujeres siguen dedicando más
tiempo a los quehaceres domésticos, la crianza de los hijos o el cuidado de las personas dependientes de la familia. Según el
Instituto Nacional de Estadística, ellas dedican 2 horas y 13 minutos más que los hombres cada día a las tareas del hogar.
Prácticamente el doble de mujeres que de hombres se encargan de cuidar a sus familiares dependientes. A esa labor añaden su
correspondiente y muchas veces frenética jornada laboral. Y todo ello, con buena cara, por supuesto. “Se les pide que sean
supermujeres –comenta Francisco Ferre–. Y les causa ansiedad. Es algo que los profesionales de la salud mental vemos con
frecuencia”. Esta situación explica, en buena parte, que las mujeres tengan el doble de riesgo que los hombres de sufrir un
trastorno de ansiedad y que consuman el doble de hipnosedantes. Aparte de que ellas tienen menos reticencia a decir al médico o
al psicólogo que no pueden más, que tienen los nervios a flor de piel, que necesitan ayuda. “Tienen más capacidad para expresar
emociones y asumir que sufren ansiedad”.

Artículo de José Andrés Rodriguez (Magazine de La Vanguardia del 6/09/2013 )